Historias
mínimas.
Italo Calvino
(1.923-1.985) publica Las ciudades invisibles en 1972. En 1.983, en
una conferencia pronunciada para estudiantes sobre este libro y
recogida posteriormente por la revista literaria americana Columbia,
Calvino decía:
“Las
ciudades invisibles se
presentan como una serie de relatos de viaje que Marco Polo hace a
Kublai Kan, emperador de los tártaros... A este emperador
melancólico que ha comprendido que su ilimitado poder poco cuenta en
un mundo que marcha hacia la ruína, un viajero imaginario le habla
de ciudades imposibles.... Creo haber escrito algo como un último
poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil
vivirlas como ciudades.”
Os
traemos Las
ciudades y los intercambios, “...caracterizada
por intercambios:
intercambios
de recuerdos , de deseos, de recorridos de destinos.”
Ficha
de audio:
Texto:
Italo Calvino.
Narradora:
Antonia Zurera.
Música:
Infan Tahirovic Trío (Jamendo)
Las ciudades y los cambios.
(Italo Calvino)
A ochenta millas de proa al viento maestral el hombre llega a la ciudad de Eufamia donde los mercaderes de siete naciones se reúnen en cada solsticio y en cada equinoccio. La barca que fondea con una carga de jengibre y algodón en rama volverá a zarpar con la estiba llena de pistacho y semilla de amapola, y la caravana que acaba de descargar costales de nuez moscada y de pasas de uva ya lía sus enjalmas para la vuelta con rollos de muselina dorada. Pero lo que impulsa a remontar ríos y atravesar desiertos para venir hasta aquí no es sólo el trueque de mercancías que encuentras siempre iguales en todos los bazares dentro y fuera del imperio del Gran Kan, desparramadas a tus pies en las mismas esteras amarillas, a la sombra de los mismos toldos espantamoscas, ofrecidas con las mismas engañosas rebajas de precio. No sólo a vender y a comprar se viene a Eufamia sino también porque de noche junto a las hogueras que rodean el mercado, sentados sobre sacos o barriles o tendidos en montones de alfombras, a cada palabra que uno dice -como «lobo», «hermana», «tesoro escondido», «batalla», «sarna», «amantes»- los otros cuentan cada uno su historia de lobos, de hermanas, de tesoros, de sarna, de amantes, de batallas. Y tú sabes que en el largo viaje que te espera, cuando para permanecer despierto en el balanceo del camello o del junco se empiezan a evocar todos los recuerdos propios uno por uno, tu lobo se habrá convertido en otro lobo, tu hermana en una hermana diferente, tu batalla en otra batalla, al regresar de Eufamia, la ciudad donde se cambia la memoria en cada solsticio y en cada equinoccio.
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